Por
qué se invierte en oro
Existen infinidad de razones,
pero la mayor de todas, en este momento, es que el oro es el único valor
“monetario” que se encuentra libre del control gubernamental de cualquier
país. No depende de ninguna economía, por lo que queda exento del control
político del mismo; de aquí, también, su valor intrínseco.
En tiempos de crisis, es un valor
refugio seguro, mientras otras transacciones bursátiles navegan en la
indecisión. El oro siempre ha demostrado ser una buena opción tanto en la
inestabilidad, como en la estabilidad de cualquier economía. Su firmeza
financiera la garantizan los últimos 5.500 años.
Otra razón es el crecimiento de
la población mundial, que crece a un ritmo de unos 100 millones de
habitantes por año, mientras que el recurso natural del oro cada vez
escasea más, por lo que es inevitable el continuo incremento del coste del
mismo. Por la misma razón, sabemos que la extracción total de oro hasta la
actualidad no supera las 160.000 toneladas, y los geólogos y científicos
nos explican que en la tierra sólo quedan por extraer unas 70.000 ó 80.000
toneladas. Entonces, es fácil llegar a la conclusión de que el coste y el
precio del oro seguirá escalando posiciones cada vez más altas.
Otra razón es la reciprocidad y
correspondencia existente entre el oro y el petróleo, o entre el precio de
los mismos, para ser más exactos. Naturalmente, el precio del petróleo
continuará al alza, entre otras cuestiones, por la necesidad del mismo y
por la demanda y consumo cada vez mayor de países en plena expansión
económica, como China e India. Eso sin tener en cuenta las zonas
petrolíferas que se encuentran en situación de conflicto o de
inestabilidad gubernamental. Es más, en países como China, ha cambiado la
legislación existente sobre la inversión en oro, permitiéndose por primera
vez a los inversores privados adquirirlo. Tenemos que recordar que China
es poseedora de las tasas de ahorro más altas del mundo. Mientras, India
es el país que más oro consume de todo el planeta, y probablemente, supere
demográficamente a China en poco tiempo.
También interviene la razón de
que el oro es una inversión con una de las mayores tasas de liquidez
posible, ya que, además de ser un activo, tiene valor como moneda de
cambio, por lo que, comparado con diferentes inversiones de cualquier
tipo, el oro puede convertirse inmediatamente en moneda sin tener sufrir
ningún tipo de penalización, ni de demora alguna, a diferencia de otros
tipos de inversión. Esto, claro está, no ha pasado por alto a los grandes
inversores, los cuales han pasado a comprar grandes cantidades, con lo que
han colaborado al incremento de su precio, pero también a obtener mayor
provecho y rendimiento de su inversión.
Para hacernos una idea del
aumento del precio del oro y del beneficio de su inversión, podemos
situarnos entre los años 1933 y 1980. Entre 1933 y 1966, el precio
internacional fue de 35 dólares la Onza Troy (medida de peso inglesa que
se emplea para la cotización de metales preciosos y que equivale a
31,1034768 gramos de oro de 24 quilates. Para obtener la cotización del
oro por kilogramos, se debe dividir el valor de la Onza Troy por
31,1034768 y el resultado de la división se tiene que multiplicar por
1.000, obteniéndose de ese modo su valor en dólares). Ese precio
permaneció inalterable a lo largo de todo ese tiempo, debido al suministro
continuo al mercado internacional bajo las pautas del F. M. I., pero el 15
de agosto de 1971, el presidente norteamericano R. Nixon decretó la no
conversión del dólar/oro (patrón cambio oro); el precio de la Onza Troy en
el mercado libre se situó rápidamente por encima de los 60 dólares; en el
año 1973, ya superaba los 100 dólares, subiendo al doble -200 dólares- en
el año 1974 y, ya en 1980, la Onza Troy alcanzaba los 850 dólares. En la
actualidad, la Onza Troy ha roto en varias ocasiones la barrera de los
1.000 dólares.